También considera el pianista que, respecto a las orquestas juveniles “es un experimento social también, que rescata a los niños de malas prácticas”. Las palabras del maestro fueron realizadas, durante un conversatorio realizado en el Teatro Regional del Maule, el jueves 11 de octubre del presente año, a raíz de una consulta de un asistente a esa ponencia.
TALCA.- El maestro Roberto Bravo, eximio pianista nacional, estuvo el 11 de octubre de este año en un conversatorio realizado en el Teatro Regional del Maule (TRM), previa a su presentación que realizaría al día siguiente.
Sin embargo, volviendo a escuchar con más atención y calma lo dicho por el músico en este evento realizado en Talca -el que en su momento fue transmitido en exclusiva por TVMaulinos-, hubo una pregunta del público respecto a su parecer a lo que sucedía actualmente en los establecimientos educacionales con el ramo de música.
La respuesta de Bravo fue tajante, señalando en un tono reflexivo que “yo encuentro que ha sido un error en Chile sacar las clases de música de los colegios. Hay pocos colegios que tienen clases musicales”.
A continuación, el maestro explicó este punto de vista, expresando que las clases musicales “no deben ser en el período universitario, si no partir entre los cinco a seis años, en contacto con todas las formas musicales, no solo la europea o la llamada docta”.
La clase de música ideal
“La clase ideal de música -prosigue el destacado pianista- es la que vas, paralelamente, conversando de los distintos estilos”. Lo anterior lo ejemplificó al expresar que “le muestras a Vivaldi, pero le muestras también a cualquier otro autor latinoamericano o chileno, por una cosa con la identificación con el continente y con el país”.
Espeta Bravo que “en general, hay países donde la música es un ramo obligatorio, mientras que en otro es obligatorio tocar un instrumento”, cosa que en nuestro país no ocurre.
Orquestas juveniles
Respecto a las orquestas juveniles, considera el músico que ya conocer de música desde temprana edad, en “la formación de un niño ya lo enriquece y lo hace entrar en el mundo de la orquesta, porque donde tiene ya otra familia. Ya tiene un ‘tío’ que tiene una batuta y luego dirige a todos los hermanitos y primos que tocan los chelos, los fagots y no sé qué más. Y los hace mejores personas”.
Finalizó Bravo su intervención haciendo mención que “en el caso de las orquestas juveniles es un experimento social también, que rescata a los niños de malas prácticas. Entonces yo creo que hay que seguir insistiendo en ese tema, que los colegios tengan un coro, que los hagan escuchar un poco de música y que no los llenen de fechas, que los hagan escuchar música, que se metan en la energía que se crea escuchando, por ejemplo, a Bach”.